Durante la Segunda República española, las militantes de la Sección Femenina realizaron tareas de apoyo a la militancia masculina del partido, especialmente visitas a los presos del partido y a sus familias, así como tareas de enlace entre los presos y la calle (mensajes, consignas, etc.).
Durante la Guerra Civil española se dedicaron a prestar apoyo a las familias de los caídos del bando nacional en la lucha, además de sus tareas anteriores en la retaguardia republicana, y fueron progresivamente adquiriendo protagonismo en la retaguardia de las poblaciones conquistadas por los sublevados, organizando espontáneamente la asistencia básica a la población (ranchos de comida para los niños, ropa, sanidad, reparto de cartillas de racionamiento...), en competencia velada con el Auxilio de Invierno creado para estas funciones por Mercedes Sanz Bachiller. Su confirmación institucional les llegó en 1937, cuando el General Franco les entregó el control exclusivo del recién creado Servicio Social de la Mujer, émulo fascista del Servicio Militar masculino y, como éste obligatorio.
En los primeros años del franquismo se consolidó su papel institucional, al serles encomendado el Auxilio Social (heredero del Auxilio de Invierno) y sobre todo, el control exclusivo de la formación femenina, centrada sobre todo en la instrucción de las jóvenes para ser buenas patriotas, buenas cristianas y buenas esposas.
Franco les llegó a ceder un Monumento Nacional, el Castillo de la Mota de Medina del Campo (Valladolid), como sede central de la Sección Femenina.
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